Durante unas horas al mes, en el recóndito escondite que usaban desde hacía años, su romance tenía lugar. Cada noche, entre lujuria y pasión, ambos se hacían uno sin pensar en lo demás. Afuera, sólo quedaba la realidad, las pesadillas; dentro, todo era una maravillosa ilusión que sólo terminaba al anochecer, cuando ambos debían separarse.
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