Cuántas veces lo habré dicho: tú no me controlas. Pero sé que no es cierto.
El impulso insensato, la mirada enervada y mi sexo en el límite.
Mente conservadora que sucumbes ante el más claro resquicio de ambición ajena.
Ahora termina de una vez con la maldad en mí, veja todo cuanto hay en mi cuerpo, pero luego vete.
Te lo imploro, mi insensato impulso, mi enervada mirada...
Congráciame con la esperanza de verte fuera de mí en cuanto la noche dé fin.
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